Si la poesía, un poema, una obra de arte, nos remite a los signos o señales originantes de una época, de una comunidad, civilización, cultura, lo es en tanto responde, desde su inmediata vinculación con el lenguaje, a la posibilidad – necesidad de los hombres a que sus tareas, pasiones, en definitiva su existencia, sus vidas, transiten por la palabra.
Visto desde esta inmediatez originaria del lenguaje, lo que llamamos poesía precede, y en cierto sentido anticipa, a toda visión teórica del mundo. La poesía convoca y plasma en el idioma el núcleo mítico-ético de un pueblo, de una comunidad que requiere decir(se) en sus tareas cotidianas, acontecimientos, rituales, en síntesis, decir(se) en (su) espacio y en (su) tiempo.
Un camino intermedio, entre la creación y la crítica, emprendido en gran medida por la hermenéutica, nos abre una amplia franja de recorrido que podríamos sintetizar en dos máximas: 1. Darle la palabra a la obra. 2. La obra significa, y aún más, creativamente nos sorprende, en un espacio concedido a la precomprensión.
En dicha franja la poesía se nutre y trama desde sus vínculos con el arte, el lenguaje y el pensamiento.
La propuesta de este Seminario Permanente de Poética consiste en reunirnos a compartir obras e interpretaciones que nos permitan explorar el intercambio de señales entre la creación poética y la interpretación.
