Nació en la década de 1990, cuando un conjunto de familias ocuparon un basural a cielo abierto de la localidad de José León Suárez y emprendieron la tarea de construir el Barrio Libertador. Surgió como respuesta a las políticas neoliberales desarrolladas durante la década de los 90 y a la desigualdad.
Su función principal fue el sostenimiento de la primera olla popular en el barrio, y la fuerza para impulsar políticas sociales que contribuyan al bien común de la sociedad. Esta organización comunitaria y autogestiva se formó a través de la voluntad de lxs propixs vecinxs allí asentadxs, muchxs de ellos trabajadorxs del reciclado, de la construcción, sub-ocupadxs y desocupadxs. Y entre ellxs, muchxs inmigrantes de los hermanos países limítrofes de Bolivia y Paraguay. Las necesidades de esta comunidad eran muchas: electricidad, agua, alimentos, salud, transporte, etc., por lo que las primeras actividades de la organización se focalizaron en garantizar el acceso a la alimentación y la atención y contención de niñxs y adolescentes con las herramientas que nos ofrecen la educación y la cultura popular. La organización ha ido liderando diversos procesos comunitarios para garantizar derechos y revalorizar la importancia de la educación, la salud, el cuidado del medio ambiente y –sobre todo– el trabajo, para mejorar las condiciones de vida de nuestras poblaciones.
Sostenemos y demandamos el acompañamiento de las familias, la generación de empleo genuino, el reconocimiento de nuestro sector, la inclusión de todos los sectores a la temática Ambiental y el cuidado de nuestra Casa Común, generación de políticas públicas, transformación de la Sociedad. Acompañamos los procesos de transformación de las familias de nuestros compañerxs de trabajo tanto dentro de la Cooperativa como en el Centro Comunitario.
Transformamos a cada paso la vida de todas aquellas personas que atraviesan directa o indirectamente nuestra organización.
Desde 2017 contamos con jardín de primera infancia, emplazado en las instalaciones del Centro Comunitario en el barrio, con salas de 2 a 5 años.
El 8 de Mayo fue una esperanza para muchas familias de tener un pedacito de este mundo que no fue ni es bien repartido. Hoy el 8 es una realidad.
Fue una esperanza de cumplir sueños para muchxs inalcanzables de una vivienda digna, una posibilidad real de trabajo. También fue hambre, el 8 de Mayo, y hoy es panzas y corazones llenos gracias a la organización y el trabajo comunitario.
