La Odisea de Buti

Instituto La Salle - Billinghurst - San Martín
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A partir de la consigna de las docentes de hacer un stop motion (algo así como una “mancha interactiva”) comencé a ver mis posibilidades. No fue fácil, lo admito, habré pasado días enteros buscando inspiración en mi entorno (y un poco en internet para ser sincera) pero nada me venía a la mente… pasar todos los días dentro en las mismas cuatro paredes de siempre y de ahí sacar algo digno de inspiración, me hacía verme en una situación limitada. Hasta que un día, después de haber hecho otro trabajo para otra materia, me tomé un descanso y fui a ver la televisión al living. En este espacio de mi casa (además de tener muchos libros y chucherías) me topé con el mini skate que aparece en la animación, y me dije “podría serme útil para el stop motion, pero no le veo otra utilidad que no fuera moverla con los dedos” entonces comencé a jugar un poco con él para ver si surgía algo. Después de pasados varios minutos, me percaté de que era muy difícil saltar con el skate, que lo ideal sería pegármelo a los dedos… y eso fue lo que horas más tarde derivaría en la historia tan detallada que pude crear. Todo encajaba: la historia, la escena, la iluminación de mi espacio… tenía muchas cosas a favor, así que después de la aprobación de mis profesoras, empecé con el armado del trabajo. Me mantuvo ocupada mucho tiempo, ya que era una idea interesante (a mi parecer) y no podía salir nada mal… había que abarcar profundamente la pre- producción. Pase días enteros planeando el guion técnico, vestuario, musicalización, entre otras cosas. Cuando ya todo estaba listo (y aprobado por las profes) llegó el día de rodaje… o sesión de fotos mejor dicho. Me desperté temprano y junto con mi hermana, logramos liquidar todas las fotos en tan solo dos horas… ahí la importancia de la preparación previa, ¿no? Lo complicado, ahora sí, fue el proceso de edición posterior a ese día. Creo que dentro de la animación en su totalidad, ni una pudo zafarse de un retoque o una pasada por Photoshop. Eso me costó muchísimo trabajo y mucho más tiempo… superando incluso a la preparación. Tuve algunos inconvenientes a la hora de decidir si mantener algunas escenas o no, pero fue fácil manejarlo con ayuda de Joa y Nati… ellas siguieron el proceso paso por paso. Pero finalmente, después de mucho tiempo invertido y muchas noches sin dormir, terminé y entregue mi proyecto a las docentes, que por cierto les fascinó. Como en todo, hubo algunas leves modificaciones respecto a la secuencia de imágenes pero fue algo menor, el resultado en su totalidad, estaba aprobado. Así que orgullosa de decir que fue un trabajo que disfrute (y sufrí) muchísimo, espero que puedan amarlo tanto como yo lo hago hoy en día, y que me trae uno de los pocos lindos recuerdos que la cuarentena me ha dejado.
Docentes
Natalia Trincavelli y Joana Cañete
Estudiantes
Agustina Urcelay