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20 años del IDAES

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Cómo se creó el IDAES

José Nun

Tal como suele ocurrir con las instituciones, la creación del IDAES tiene una prehistoria que me gustaría rescatar aquí del olvido.

Para hacerlo, voy a elegir remontarme a 1985, año en el que Jorge Sáenz (luego Decano de la Facultad de Derecho de la UBA), Alfredo Suaya y yo fundamos el Centro Latinoamericano para el Análisis de la Democracia (CLADE), cuya dirección asumí. Yo acababa de regresar al país con una Beca Guggenheim después de una larga ausencia, y seguía siendo, desde 1970, profesor titular de Ciencia Política en la Universidad de Toronto, Canadá. Designé de inmediato a Juan Carlos Portantiero y a Emilio de Ipola como investigadores principales del CLADE, y a ellos se sumarían en distintas posiciones Carlos Altamirano, Luis Pásara, Oscar Grillo, Marcos Novaro y varios colegas más. Entre los múltiples trabajos y actividades académicas que llevamos a cabo, destaco el proyecto comparativo de las evoluciones políticas de Argentina, Brasil, Perú, República Dominicana y Uruguay, conducido por Guillermo O’Donnell y por mí, con los auspicios de la Fundación Ford y del Kellogg Institute (Universidad de Notre Dame). Uno de sus resultados fue la obra que coordiné con Portantiero, Ensayos sobre la transición democrática en la Argentina (Buenos Aires, Puntosur, 1987). Un par de años más tarde, Portantiero sería designado Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

Si me remonto al CLADE es porque me permitió (y no solo a mí) reinsertarme rápidamente en la vida académica local. Por eso estuve en condiciones de aceptar la invitación que me formuló en 1992 la Fundación Banco Patricios –hasta entonces dedicada solo a las artes plásticas y al teatro– para que organizase un área de ciencias sociales. Nació de esta manera la Escuela de Altos Estudios Sociales, a la cual incorporé como Vicedecano a ese notable historiador que fue Enrique Tandeter. Con fines de extensión, comenzamos enseguida el Seminario General de los lunes (que se ha mantenido hasta hoy), por el cual desfilaron figuras del calibre de Roger Chartier, Claus Offe, Aldo Ferrer, Eliseo Verón, Alain Badiou, Natalio Botana, Robert Darnton, Ernesto Laclau, Alain Lipietz, Guillermo O’Donnell, Ulrich Beck, Carlos Floria, Jorge Schvarzer, etcétera.

Eran tiempos en los que recién comenzaban a cobrar impulso en el país las carreras de posgrado. De ahí que lanzásemos una Maestría en Ciencia Política, con profesores como Franco Castiglioni, Jorge Dotti, Carlos Acuña, Manuel Mora y Araujo, Gerardo Aboy Carlés, Marcelo Cavarozzi, Catalina Smulovitz, Susana Torrado, Oscar Oszlak y otros. Luego, con Alfredo Monza, Daniel Azpiazu, Hugo Notcheff, Eduardo Basualdo, Ricardo Domínguez, Oscar Cetrángolo, Guillermo Rozenwurcel y Mario Damill, organizamos la Maestría en Sociología Económica. A esta la siguió la Maestría en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural, dirigida por Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano, acompañados por José Emilio Burucúa (que unos años después los reemplazaría en la dirección), José Sazbón, Hugo Vezzetti, Oscar Steimberg, Eliseo Verón, Pablo Semán y Laura Malosetti.

Llegamos así a 1995, año en el que nuestros posgrados fueron reconocidos por el Decreto N° 906 del Poder Ejecutivo Nacional, a la vez que la Escuela cambiaba su nombre por el de Instituto de Altos Estudios Universitarios. Para entonces, Enrique Zuleta Puceiro había montado una Maestría en Análisis de la Opinión Pública junto con Heriberto Muraro, Gerardo Adrogué y Hugo Haime, y se iniciaron dos Programas de Estudios Avanzados, uno en Gestión Cultural, coordinado por Rubens Bayardo, y otro en Políticas Sociales, a cargo de Laura Golbert.

Paralelamente, constituimos tiempo después la Fundación de Altos Estudios Sociales (ALES), integrada por Aldo Ferrer, Félix Alberto Camarasa, Roberto Lavagna, Carlos Leyba, Arturo O’Connell, Enrique Tandeter y yo. Esto resultó más que oportuno porque a fines de los años 90 iba a declararse en quiebra el Banco Patricios, lo que provocaría el cierre consiguiente de la Fundación que nos había albergado. Es el momento en el que concluyó la prehistoria del IDAES, tal como paso a explicar.

La Universidad Nacional de General San Martín (UNSAM) se había creado en el mismo año que nuestra Escuela (1992), aunque recién comenzó a dictar cursos en 1994. Inicialmente tuvo un claro sesgo hacia las llamadas “ciencias duras”, que su Rector, Daniel Malcolm, estaba tratando de corregir. Por su relación con ambas entidades, Marcelo Cavarozzi se ofreció como nexo entre la UNSAM y el ALES, y de este modo comenzaron las negociaciones que condujeron a la firma de un convenio entre las partes el 1º de julio de 1998. Este fue el acta fundacional del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES), al cual se le asignó “plena autonomía operativa” y se estableció expresamente que representaba “una continuación del anterior Instituto de Altos Estudios Universitarios”. O sea que se mantuvieron los mismos programas de posgrado, planes de estudio y elencos docentes que ya existían.

En cuanto a la conducción del IDAES, se formó un Consejo de Administración compuesto por dos representantes de la UNSAM (Marcelo Cavarozzi y Jorge Neme) y dos del ALES (Enrique Tandeter y yo), que me nombró Director Ejecutivo.11. Sería injusto (…)

Es en este punto que concluyo mi relato de los orígenes. Como se desprende de él, es totalmente legítimo celebrar este año el vigésimo aniversario del IDAES aunque, según cómo se mire, la Institución ya ande por los 26 años.

1.

Sería injusto no incluir en esta breve reseña a María Estela Álvarez, irremplazable Secretaria Administrativa que acompañó todas las vicisitudes del recorrido que he descripto, desde 1985 (CLADE) hasta hoy.

TEI – Métopes