Las tecnologías digitales han tenido en las últimas décadas un impacto sustantivo en todas las actividades sociales, culturales, profesionales y también académicas. La mirada sobre este fenómeno que ha explotado de manera exponencial merced a la pandemia COVID 19 requiere una contextualización política integral y no solo meramente técnico instrumental.

La formación de estudiantes universitarios no puede soslayar la necesidad de reflexión sobre dichos impactos y, a la vez, de transformación ineludible de las prácticas docentes, de formación de enseñanza, de investigación y vinculación con los medios más usuales que han acompañado la formación y la vida académica universitaria a lo largo de su extensa historia.

Es por ello por lo que desde una perspectiva integral de las competencias digitales de la docencia universitaria y con un claro compromiso social se aborda en la diplomatura un conjunto de saberes y capacidades para la acción práctica en la formación de los futuros profesionales.

Estas competencias posibilitan a los docentes diseñar, implementar y evaluar proyectos educativos que combinan modalidades de enseñanza off line on line de manera híbrida y en formato multimodal, utilizando las tecnologías disponibles, en el marco de un modelo pedagógico que potencie la actividad del estudiante y la centralidad del mismo en la formación profesional.

La multimodalidad implica la utilización de diversos formatos, lenguajes, plataformas, espacios y tiempos, tanto sincrónicos como asincrónicos, para el desarrollo de las actividades de enseñanza y de aprendizaje, con una clara impronta en instancias de trabajo autónomo.

El diseño multimodal de la enseñanza procura aprovechar los espacios presenciales físicos en un sentido más vinculado a la práctica y desempeños en la acción directa,  potenciando mediante tecnologías diversas y configuraciones didácticas motivadoras, vicarias en algunos casos, los espacios y tiempos asincrónicos o bien sincrónicos de carácter virtual. 

Las salidas y entradas a espacios físicos y virtuales requieren ser dinámicas, los roles de docentes y estudiantes necesitan ser resignificados, las clases habituales piden ser rediseñadas, a fin de promover el trabajo en comunidades, propiciando el debate y el diálogo, promoviendo un tipo de aprendizaje activo, intencional, autorregulado y autodirigido, orientado hacia actividades auténticas, con fuerte anclaje en la vida real. 

En pos de concretar estas transformaciones en la identidad docente universitaria,  que el actual contexto extraordinario ha dinamizado, se prioriza en la diplomatura la innovación, la reflexión en y sobre las prácticas, el diseño y la experimentación, a fin de contribuir al desarrollo de competencias tecnopedagógicas que redunden en prácticas renovadas, en diálogo con los requerimientos del presente y con las características de los estudiantes actuales.

De este modo, la adquisición de competencias digitales y pedagógicas fortalecerá a los cursantes en sus procesos de incorporación y apropiación de experiencias digitales y permitirá evidenciar un salto cualitativo en sus propuestas de enseñanza. 

Es por eso que es premisa que orienta la propuesta formativa el pasaje de la disponibilidad tecnológica inicial, hacia un posterior acceso, que contribuya a construir propuestas interesantes e innovadoras con tecnología, para finalmente lograr la apropiación deseada, que redunde en maneras personales y creativas de aplicar objetos, software y dispositivos tecnológicos en pos de una mejora sostenida en la enseñanza y los aprendizajes.

La diplomatura se organiza en trayectos formativos que incluyen bloques temáticos organizados en diferentes modalidades de trabajo: talleres y/o seminarios sincrónicos, tareas a través del campus virtual y encuentros interactivos a modo de laboratorios de experimentación y de evaluación entre pares. 

Cada trayecto es independiente, siendo el trayecto introductorio obligatorio cualquiera sea el recorrido organizado por el cursante.